"¿Quién no quiere arrastrarse al cielo,
alcanzar altura y con soltura
abandonarse bien agarraíta de la mano...?
¿Quien no quiere olor a mango,fruta fresca,
celebrar embrujos y caminar no tiempos...?
¿Quién no quiere deshacer nudos
y encerrar penas en botes a la deriva...?
¿Quien no quiere,por unos instantes,sentirse libre...?
Seguimos caminando...
ODB
2 comentarios:
el dibujo es de August Tharrats (Thá),y junto con el texto, forma parte de la aventura gráfica,como ellos la llaman, que acompaña la música de Techarí...y sigue así:
Seguimos caminando...
nuestro vehículo:la música y la experiencia colectiva.
Esperamos que esta aventura gráfica a través de Techarí os emocione tanto como a nosotr*s.
JORDI BIANCIOTTO
jbianciotto@elperiodico.com
MESTIZAJE
Duende y libertad
DURACIÓN: 155minutos
ESPECTADORES: 1.100
VALORACIÓN: Demoledora demostración de poder
de un grupo que no retrocede en su construcción
de un sonido urbano cosmopolita y ambicioso.
Ojos de Brujo
Mercat de les Flors
JUEVES, 2 DE MARZO
Aquel dicho según el
cual nadie es profeta
en su tierra derrapa
con Ojos de Brujo, cuya
base social barcelonesa
ha sido capital para explicar la
motivación con la cual el grupo ha
afrontado su carrera. Los autores de Tahitá viven su momento más dulce fuera y dentro de la ciudad que les vio nacer, y hay que celebrar que, por una vez, bonanza comercial y aptitudes creativas se solapen, porque esa conjunción
astral no se produce cada día.
Como ocurre con los grandes de la
cultura pop (ellos, pese a su bagaje flamenco, dialogan con ella: desmitificación de los géneros, concepto plástico
global, promoción alternativa), Ojos de Brujo ya genera un discurso
con varios niveles de lectura, y eso se apreció con claridad en el Mercat. Tuvimos al grupo que
ofrece folclore urbano postmoderno, pero también a los
enamorados del flamenco que trabajan con mimo sobre palos
crudos que homenajean convirtiéndolos en algo nuevo. Los entertainers que agitan las gradas, y los creadores que operan sin pestañear en la sala de máquinas.
En ambos frentes mostraron poder,
aunque haya que decir que, quizá
arrastrados por la euforia ambiental,también cometieron algún traspiés.
Por ejemplo, los gags de teatro y baile,la intervención de una espontánea-cómplice bastante indescriptibley el largo diálogo Marina–Maxwell de Zambra fueron concesiones al espectáculo innecesarias y que no hicieron más que alargar el show,ya de por sí generoso en minutaje. Es como si Ojos de Brujo hubiera entrado
en la fase del podemos hacer todo lo que nos propongamos, que cualquier artista de éxito atraviesa alguna vez.
Es, sin embargo, una apreciación a
pie de página que no enturbia la visión de un grupo cuya identidad deja, por comparación, en evidencia a muchos de sus supuestos compañeros de la
Barcelona mestiza. En el Mercat, golpearon una y otra vez con un material arisco y altivo, capaz de aturdir por su intensidad y persistencia. Como un fusil
de repetición. Sin fisuras.
La colisión de rumba y hip-hop de
Runalí y Rumba dub style marcó territorio y no concedió tregua, con una Marina que oficiaba el rito como una diosa de la marabunta. La elegante guitarra de Ramón Jiménez era el vínculo
terrestre, y la trompeta invitada
aportó, con moderación, un plus de
delirio a canciones como Vacileo y
Tiempo de soleá (¿el fantasma jondo
de Defunkt?). Corre Lola abrumó con
su fragmentado reggae en crecimiento
y, en las pausadas Silencio y El confort no reconforta, el grupo siguió dominando el terreno, despidiendo a su paso destellos de duende y libertad,esos conceptos fetiche que titulan dos de sus discos. Palabras rotundas, ambiciosas:
quien se las pone en la boca
tiene que estar muy seguro de lo que hace.
Ojos de Brujo lo está.
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