Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras, cuida tus palabras porque se transformarán en actos. Cuida tus actos porque se convertirán en costumbres. Cuida tus costumbres porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque creará tu destino. Y...tu destino será tu vida. Ghandi.

09 diciembre 2010

La luz de un faro



LA TORRE DE HERCULES
Patrimonio de la Humanidad

Hace dos mil años el imparable poder de Roma conquistaba la terra incognita del fin del mundo, más allá del río que hacía olvidar el nombre de quien lo pasaba. Ya integradas la Galia e Hispania, después de la creación por Augusto de las ciudades de Lugo, Astorga y Braga, le llegó la hora a Britannia, refugio de los más irredentos galos y de los levantiscos druidas. Finalmente fue el turno de organizar el mar, ese Mare Tenebrosum que desde milenios forjaba a golpes de espuma la unidad de los Finisterres atlánticos.

Corre la segunda mitad del siglo I. En la esquina de la Gallaecia, donde el mar dobla y los vientos pierden sus rumbos, se abre paso entre la niebla y la humedad un grupo de gente que pronto levanta viviendas improvisadas, de paredes de mampuestos y suelos de tierra apisonada. Hay militares y civiles, todos expertos en hacer obras nuevas en lugares difíciles. Vienen a levantar un faro altísimo que señale el principal puerto de las rutas atlánticas, una mole imponente que muestre a Neptuno el poder de Marte y quede para siempre como una de las pocas obras merecedoras de recuerdo.

Así nacen al mismo tiempo Brigantium y su Faro. Más tarde sera el desarrollo y después la decadencia; la ciudad se convertirá en una aldea y la Torre, ya comenzado su deterioro, servirá como atalaya y castillo frente a los ataques vikingos durante los primeros siglos medievales. Hasta el renacer: en el siglo XIII la Torre de Hércules dará parte de su cuerpo de piedra para que crezca la ciudad en la que hoy vivimos. Quedará herida durante siglos, hasta que a finales del XVIII reciba una nueva piel que conserve para siempre su viejo cuerpo casi intacto. Y así es hoy: romana por dentro, neoclásica por fuera, doblemente singular y auténtica.

Hace unos años me llamaste para que trabajara contigo en conseguir que fuese universalmente reconocido el esfuerzo de aquellos pioneros, de quienes sólo conocemos por su nombre a Gaio Sevio Lupo, el arquitecto de Coimbra que nos dejó el único faro romano del mundo que permanece en pie. La Torre, esa Diosa Atlántica que tantas veces inmortalizaste en tu cámara. Y trabajamos.

Ya somos Patrimonio de la Humanidad. Misión cumplida. Pero en el fondo de la inmensa alegría se remueve la tristeza. Esta lágrima que me quema los ojos va por ti, Manito. Porque este milagro es tuyo, y no estás. Por la enorme injusticia de tu ausencia.
http://quotidianum.blogalia.com

Jose Maria Bello y Jacinto Antón Reportero de la Historia
La historia de la Torre de Hércules.
(minuto 18:16)
http://www.rtve.es/videos/reportero-la-historia-
Breogán, Hércules, la Torre y los Milesios.
http://www.celtiberia.net/la torre de hercules
La Torre de Hercules
http://elbarcoceltibero.mundoforo.com/la-torre-de-hercules-

02 diciembre 2010

La Tragedia Cátara. Jordi Savall

LE ROYAUME OUBLIÉ. La Tragedia Cátara. La cruzada contra los albigenses.


Montserrat Figueras, Jordi Savall y sus grupos La Capella Reial de Catalunya, Hespèrion XXI y Le Concert des Nacions, a Mezzo (Canal satélite spécialisé dans la musique).

Concierto en la abadía de Fontfroide (Narbonne) dentro del Festival Músique et Histoire.

¡Completito en el Youtube!:


El catarismo es una de las creencias cristianas más antiguas e importantes; se diferencia de la doctrina de la Iglesia oficial por su certeza en la existencia de dos principios coeternos, el Bien y el Mal. Desde los primeros tiempos del cristianismo, el término herejía (que viene del griego hairesis, «opinión particular») se aplicó a las interpretaciones diferentes de las reconocidas por la Iglesia oficial. Como subraya con claridad Pilar Jiménez Sánchez, en su artículo «Orígenes y expansión de los catarismos», aunque en un principio se pensó que esas creencias disidentes aparecidas ante la proximidad del año mil eran originarias de Oriente (Bulgaria), resulta evidente que se desarrollaron de un modo del todo natural a partir de las numerosas controversias religiosas suscitadas en Occidente a partir del siglo IX. Se instalaron con fuerza en muchos pueblos y ciudades de esa Occitania que tenía una forma de vivir muy personal y que vio su esplendor en el arte de los trovadores. La extraordinaria riqueza musical y poética de esa cultura “trovadoresca” que se difunde durante los siglos XII y XIII representa uno de los momentos históricos y musicales más notables del desarrollo de la civilización occidental. Época rica en intercambios y transformaciones creativas, pero llena también de sacudidas e intolerancia, ha sido objeto de una terrible amnesia histórica debida en parte a unos acontecimientos trágicos vinculados con la cruzada y con la persecución implacable de los cátaros de Occitania. La terrible cruzada contra los albigenses desencadenó, en realidad, una auténtica “tragedia cátara2.




«De todos los acontecimientos, todas las peripecias políticas que tuvieron lugar en nuestro país (entonces, el país de Oc) en el curso de la Edad Media, sólo uno suscita hoy pasiones aún violentas: la cruzada lanzada por el papa Inocencio III en 1208 contra los herejes que prosperaban en el sur del reino (entonces Occitania) y que eran designados con el nombre de albigenses. Si el recuerdo de esa empresa militar sigue tan vivo al cabo de ocho siglos –escribió Georges Duby–, ello se debe a que toca dos cuerdas muy sensibles de nuestro tiempo: el espíritu de tolerancia y el sentimiento nacional». El carácter a la vez religioso y político marcó esa tragedia iniciada por una cruzada pero continuada por una verdadera guerra de conquista que abarcó el actual Languedoc y las regiones vecinas, y provocó una rebelión general. Tras la lucha codo con codo de católicos y herejes, Occitania fue finalmente liberada del invasor, pero quedó exsangüe y cayó como una fruta madura en las manos del rey de Francia. Como observa con acierto Georges Bordonove «se trató de una auténtica guerra de Secesión –la nuestra– salpicada de victorias, derrotas, vuelcos increíbles de la situación, asedios innumerables, matanzas inexcusables, ahorcamientos, hogueras monstruosas y, aquí y allá, gestos demasiado escasos de generosidad. Una resistencia que, semejante al fénix, renació de sus cenizas, hasta la llegada de un largo crepúsculo al término del cual se encendió de pronto el auto de fe de Montségur. Los últimos perfectos (sacerdotes cátaros) vivieron a partir de entonces en la clandestinidad, antes de ser capturados uno tras otro y perecer en las hogueras. Los faidits (señores desposeídos) se adentraron en la nada. Se instauró un nuevo orden, el de los reyes de Francia».
http://alia-vox.com/