Se suele adjudicar ese término, el porte, a una manera de presentarse una persona frente a los demás; a veces se le añaden adjetivos como majestuoso, destacado o distinguido. Pensando un poco en ello, se me ocurre que lo que llamamos porte tal vez se corresponda mejor con unas cualidades del espíritu más que del cuerpo y su apariencia externa. Porque puede ser que una persona se vista con ropa carísima y en cambio no le acuda el porte y también que una persona vista modestamente y que tenga un porte excepcional. Tal vez sea la presencia que tiene que ver más con el rostro y su expresión gestual que con cualquier ropaje. Por lo que deduzco que el porte no se improvisa nunca, aunque se quiera comprar con todo el dinero. La presencia con su porte parecería que es algo relacionado con todo un trabajo interior de escoger, de destilación de lo genuino y descarte de lo superfluo. Pero es precisamente esa la dificultad, distinguir lo genuino de lo superfluo, porque ello precisa de todo un trabajo de selección de la propia autenticidad, de mostrarse cual uno es juntamente con el respeto al ser del otro. Cuando uno conoce un poco sus capacidades y sus límites, se adecua solamente a lo que siente que es y nunca corre el riesgo de querer aparentar algo de lo que no tiene ni idea, no solamente por modestia personal, sino porque le habita la sensatez y el sentido del ridículo.
En cualquier trabajo o situación social,la persona sincera no precisa de artefacto alguno para mostrarse tal como es, no necesita riquezas porque no se siente pobre,
ni necesita adulaciones porque se siente auténtica, es decir, se aprecia lo suficiente como para caminar con su elegancia natural.
Y ese es un trabajo constante y desmitificador, de renuncia a lo que no es estrictamente necesario, un trabajo agradecido por ser y no por tener.
Hay que añadir que lo genuino y su mesura provocan una auténtica seducción a
quien lo contempla, tal vez porque en ese trabajo de cincelado constante se aprecia
un respeto por el propio ser y por el de los demás.
09 abril 2009
El Porte
Remei Margarit, psicóloga y escritora.
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3 comentarios:
Digamos que el porte tiene que ver con la personalidad de cada uno. Que esta personalidad esté definida y que sea auténtica. Nada de hipocresias ni de aparentar lo que no se es. En caso contrario corre uno el riesgo de verse en un brete y quedar al descubierto...
Comparto estas reflexiones de El Porte.
Saludos cordiales.
Mar, el artículo no está completo. Lo leí en papel hace unos días. Hasta dentro de un mes no estará disponible en la red. Te avisaré cuando lo tenga :)
Gracias por tu interés. Ah! Ya he podido ver el vídeo de Lluís Llach de la procesión de Verges.
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