La trayectoria del Concierto de Año Nuevo de Viena se inició en los años más oscuros de la historia Europea del pasado siglo. En la Nochevieja de 1939, los miembros de la Orquesta Filarmónica de Viena se atrevieron con un acto de marcado carácter político, al programar un recital dedicado exclusivamente a la música de la familia Strauss, grandes símbolos nacionales de una Austria que había desaparecido del mapa a raíz de su anexión por la Alemania nacionalsocialista.
La capital austriaca vivía aterrorizada bajo el poder de los nazis cuando en 1939 tuvo lugar el primer Concierto de Año Nuevo con los valses de la dinastía de los Strauss. El origen judío de Johann Strauss padre causó quebraderos de cabeza a los nazis. Para disfrutar de los valses sin entrar en conflicto con sus propias convicciones antisemitas, arrancaron de los archivos la página del bautizo de Strauss. Pero no consiguieron borrar las pruebas porque olvidaron eliminar su partida de nacimiento. Descartada su desaparición, llevaron a cabo en la Filarmónica la llamada "limpieza" o "arización", pues ninguno de sus integrantes podía tener origen judío.
El maestro argentino-israelí, Daniel Barenboim, realiza un gesto al público durante el tradicional Concierto de Año Nuevo de la Filármonica de Viena, celebrado en la capital austriaca. Durante el recital, el director ha interactuado en numerosas ocasiones con el público.- AP
"Para mí es un gran honor dirigir este concierto. Las razones no son exclusivamente musicales" , había precisado ya previamente a la televisión pública austríaca ORF el famoso maestro, que posee las ciudadanía de honor palestina, además del pasaporte israelí, argentino y español.
El director de orquesta, es un reconocido activista por la paz entre árabes e israelíes. Junto con el escritor de origen palestino Edward Said (ya fallecido) fundó en 1999 la orquesta Diván Este-Oeste. El proyecto, auspiciado actualmente por la Fundación Barenboim-Said, reúne cada año a jóvenes músicos israelíes y árabes y valió a sus dos mentores el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002.
ANÁLISIS: El conflicto de Oriente Próximo
Gaza y el Año Nuevo
Carta abierta del director de orquesta hispanoargentino Daniel Barenboim ante los bombardeos de Israel en Gaza
Sólo tengo tres deseos para el próximo año. El primero de ellos es que el Gobierno israelí se dé cuenta de una vez por todas de que el conflicto en Oriente Próximo no puede ser resuelto por la vía militar. El segundo es para que Hamás tenga presente que sus intereses no se imponen con la violencia, y que Israel está aquí para quedarse. El tercero es para que el mundo reconozca que este conflicto no tiene parangón en la Historia. Es complejo y delicado; es un conflicto humano entre dos personas profundamente convencidas de su derecho a vivir en el mismo y minúsculo pedazo de tierra. Es por esto que ninguna diplomacia o acción militar puede resolver este conflicto.
Los hechos de los días pasados me preocupan en exceso por muchos motivos humanos y políticos. Es evidente que Israel tiene el derecho a defenderse, que no puede y no debe tolerar los continuos ataques con misil en contra de sus ciudadanos, pero el incesante y brutal bombardeo del Ejército israelí en Gaza me ha despertado algunas interrogantes.
La primera pregunta es ¿tiene derecho el Gobierno israelí a culpar a todos los palestinos por las acciones de Hamás? ¿Debe ser culpable toda la población de Gaza por los pecados de un grupo terrorista? Nosotros los judíos, debemos saber y sentir más agudamente que otras poblaciones lo inaceptable e inhumano del asesinato de civiles inocentes. El Ejército israelí ha argumentado pobremente que la franja de Gaza está tan superpoblada que es imposible evitar la muerte de civiles durante los ataques.
Nuevas preguntas
La debilidad del argumento me lleva a formular nuevas preguntas: ¿Si la muerte de civiles es inevitable, cuál es el propósito del bombardeo? ¿Cuál es -si la hay- la lógica de la violencia y qué espera lograr Israel a través de ella? Si el objetivo de la ofensiva es destruir a Hamás, la pregunta más importante es si esto es una meta alcanzable. Si no, los bombardeos no son sólo crueles, bárbaros y reprensibles, sino también absurdos.
Si, por otro lado, es realmente posible destruir a Hamás con operaciones militares, ¿cómo imagina Israel la reacción en Gaza después de ello? Un millón y medio de residentes de la Franja no se arrodillarán reverencialmente ante el poderío del Ejército israelí. No debemos olvidar que antes de que los palestinos eligieran a Hamás, Israel los apoyaba en una táctica para debilitar a Arafat. La historia reciente de Israel me lleva a creer que si Hamás es bombardeado hasta su desaparición, otro grupo ocupará su sitio, una formación más radical, más violenta y más llena de odio hacia Israel.
Israel no puede permitirse una derrota militar por miedo a desaparecer del mapa, pero la Historia ha probado que toda victoria militar ha debilitado políticamente a Israel por la aparición de grupos radicales. No subestimo la dificultad de las decisiones que debe de tomar el Gobierno israelí a diario, ni subestimo la importancia de la seguridad de Israel. No obstante, me aferro a mi convicción de que el único plan viable para la seguridad de Israel es ganarse la aceptación de todos sus vecinos. Deseo que en 2009 regrese la inteligencia siempre atribuida a los judíos. Deseo el regreso de la sabiduría del rey Salomón para que aquellos que toman decisiones en Israel la usen para entender que los palestinos e israelíes tienen los mismos derechos humanos.
La violencia palestina atormenta a Israel y no sirve a la causa; la venganza militar de Israel es inhumana, inmoral y no garantiza la seguridad. Como he dicho anteriormente, los destinos de dos personas cuyos destinos están relacionados inextricablemente, lo que les obliga a vivir lado a lado. Son ellos los que deciden si quieren hacer de esto una bendición o una maldición.
©Diario EL PAÍS S.L.
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